Mis bolas de pelos

Mi reportera acaba de llamarme para contarme la historia de una calabaza. La dueña de la calabaza conoce a la familia de mi reportera así que decidió llamarla para pedirle que hiciera un artículo sobre la calabaza que con tanto amor ha cosechado en el patio de su casa. La calabaza, según la señora, pesa 63 libras. Me quedé en silencio unos minutos y pensé que esta era una oportunidad única. Cuán probable es que vuelva a ver una calabaza de esta magnitud. Es como ver el Cometa Haley. Así que ya vamos a sacar cita con los dueños de la calabaza gigantesca. Tal vez hasta podamos convencer a la doña que cuando la pique nos de un pedazo o nos invite a comer del flan de calabaza que haga. Incluso voy a ir haciendo una lista de posibles usos para la calabaza. Sospecho que mi vida ni la de mis lectores será la misma luego de este suceso revelador. De verdad que esto de ser periodista es todo un viaje astral. Como diría un amigo de Dey, Macondo es un estado mental.