Sunday, August 27, 2006

 

Under the Pagoda Shadow-Primera parte-Ya sé porque nunca enseñan los obreros

He decidido hacer una crónica de el proceso de mi casa. Este fin de semana ha estado lleno de múltiples visitas a Home Depot y Lowes. Dey y yo nos hemos enfrascado en la remodelación de mi casa. Los últimos días nos han recordado la película Under the Tuscan Sun. Desde la ventana del ático de mi casa se puede ver la pagoda, el único lugar vistoso de la ciudad. De ahí sale el título de esta serie.


Tan pronto salí del cierre de la casa fui a celebrar con las muchachas.



Deynira, Nelly y yo

Llegamos a la casa y de la primera encontré la llave. Me sentí como en Súper Sábados cuando alguien lograba abrir el cofre de los premios. Fue muy especial ver esas paredes. Sentarnos a conversar en el balcón del patio. Las paredes de la sala tenian marcados los cuadros que tenía la otra familia. Vivieron allí 32 años, criaron a su hija y vieron a sus nietos nacer entre esas paredes. Las paredes de esa casa transmiten mucho amor, una vibra deliciosa.




Según miraba las paredes me percataba de que tenía que pintar toda la casa por dentro. Dey y yo fuimos a Borders para ver libros de decoración y decidir qué colores queríamos. Luego de tres horas de deliberaciones en Home Depot terminamos con muchas latas de pintura. En teoría mi la sala y el comedor serán crema claro, la cocina será de tonos verdes, mi cuarto y el de Frida tonos azules, la biblioteca y las dos habitaciones del ático serán de tonos amarillos.

Yo que nunca me levanto temprano, todos estos días he estado en pie a las 7 de la mañana. Hicimos un recorrido por la casa.



"Qué lámpara más fea. Um...tengo que ir a Home Depot a comprar una que sea menos naútica. Qué cosa más puñetera."

Empezamos por la primera habitación del ático. Las paredes estaban cubiertas de un papel tapiz de un verde espantoso. Según lo fuimos quitando encontramos otro color rosa con motivos plateados, otro rosita con florecitas rojas, otro de rombos y líneas marrones y otro de color indeterminado. Dey se "esmorcilló" de la gracia cuando le expliqué que un tubito con rejilla que sobresalía de la pared era para calentar las pelucas blancas. Mi casa tiene 102 años de construida por lo tanto seguiré encontrando habitaciones con grandes sorpresas en sus paredes.



Dey y yo, al ataque sacando papel tapiz. Al final terminamos usando detergente que compro en una tienda libanesa y luego agua pues se nos acabó el líquido que compramos para este fin.

Estuvimos todo un día sacando papel. Dey tiene el "carpal tunnel" a fuego. Al bañarme en la noche descubrí que me pelé un dedo pero no me dí cuenta porque tenía pegamento y papel tapiz verde cubriéndolo.



Nosotras 1 punto; La casa, 0 puntos.

Aprendizajes adquiridos en el proceso:

1- ODIAMOS EL "WALLPAPER" Hemos hecho un pacto de sangre que nunca, bajo ningún concepto, empapelaremos una pared.

2- Se recomienda que luego de hacer esta tarea se tome una cantidad considerable de ibuprofeno. Dey añade que se duerma en el piso para acomodar la espalda.

3- A falta de raspadores y herramientas, husmee en el sótano. Allí encontrará verdaderos tesoros. No desaproveche ninguna herramienta que encuentre, no sabe que uso podrá darle. Excepto una casita en madera y nieve en el techo que prende una lucecita dentro, a esto aún no le encontramos utilidad.

4- Lleve consigo un cuchillo grande de cocina. Le servirá para picar "sandwiches", abrir latas de pintura y atún, sacar papel tapiz. Haga como Cocodrile Dundee, lleve su cuchillo, no sabe cuándo podrá necesitarlo.

5- Descubrimos porqué en los programas de remodelación nunca muestran a los obreros después de hacer el trabajo, es que están en sala de urgencias.

Friday, August 25, 2006

 

Yes!!!!!!

Ya tengo las llaves de mi casa, estoy contenta, feliz, brincando de la alegría. Voy para un restaurante a celebrar con mi amiga Dey y Nelly, la reportera del periódico. I am singing of the happiness. Ya contaré...

Thursday, August 24, 2006

 

A ley de tener las llaves de mi casa

Esta semana es el cierre de la compra de mi casa. Sigo como perro con siete rabos pero un poco más abrumada. Entre conseguir el dinero del cierre, coordinar las instalaciones de los servicios básicos, la mudanza y todo lo demás tengo los niveles de estrés en un martes de cierre constante.
Quiero ir a comprarme una blusa bonita para el cierre. Algo que tenga rojo para que la entrada a mi casa sea triunfal y memorable. Ese día me voy a maquillar y perfumar, voy a salir regia. No todos los días una mujer hispana y soltera compra su casa. Menos una casa como la mía. El menos observador no podría ver lo que significa esa casa gris y roja. Son tantas las amigas que se han ofrecido a decorar que voy a darle una habitación a cada una. Presumo que la decoración terminará siendo algo ecléctico, entre los toques orientales de Deinira, lo primaveral de Onelia y mi gusto clásico por la madera. No puedo olvidar, los toques que le irá dando mi primogénita Frida con sus uñitas. Parece mentira que esté a poco más de una semana de mudarme y las cajas siguen vacías. No tengo muchas cosas que mudar comoquiera pero estoy dormida en los laureles respecto a empacar y embalar mis pertenencias.
Lo que sí tengo claro es lo que voy a hacer una vez tenga las llaves. Pondré un disco de Haciendo punto en otro son a todo volumen. Conduciré hasta mi casa oficialmente, ya que desde que la vi sabía que sería mía. Me pararé a ver el balcón de afuera, respiraré bien hondo para no desmayarme de la emoción cuando abra la puerta. Miraré cada esquina, iré haciendo una imagen mental de cómo quiero que vayan los muebles. En la mano tendré la primera caja que quiero que llegue. La caja con el retrato de mi abuela, de mi papá y yo el día de mi graduación de universidad, el radio viejo de mi abuela y otros recuerdos de mis amores. Mientras acomodo esas cosas haré una oración de agradecimiento al Universo por permitirme lograr ese sueño. Bendeciré cada recoveco de lo que será mi hogar. Le hablaré a las paredes para que se vayan acostumbrando a la cadencia de mis palabras. Tocaré las puertas y los pasamanos para asegurarme que no sueño y es verdad que camino por mi casa. Mi casa, digo esto y es automático que el pecho se me hinche de la alegría. Estas palabras se han convertido en un mantra que repito para atraer buenas energías y para recordarme que soy muy dichosa.
Mi casa desde el comienzo está siendo un lugar para acoger a aquellas personas que amo entrañablemente, los que saben cuánto acaricie este sueño. No es una mansión lujosa de suburbio pero quién necesita una mansión. Al menos yo no, me siento tranquila con las bendiciones que he recibido hasta ahora. Apenas tengo muebles y he rescatado varias mesas de la basura para restaurarlas, pero eso es lo de menos. Lo que sí tengo es mucho amor para impregnar esas paredes y la fuerte convicción de que esta ciudad es dónde voy a echar raíces. Los más recientes asesinatos en la ciudad no me desalientan. Yo creo en que puedo ser parte del cambio y la solución. Y que ningún narcotraficante piense que va a poner un punto de drogas al lado porque no lo voy a permitir. Esa es mi casa y mi comunidad y voy a hacer la diferencia.

Monday, August 14, 2006

 

Fidel se pone a la moda

En la foto, Fidel Castro demostrando que puede ser una versión comunista de The Matriz o Men in Black.



Fidel se ve de lo más mono con su polito Adidas, debería cambiar su uniforme militar verde por cosas más juveniles como polos Lacoste y si está en las de verse con carácter una camisa Roca Wear no le vendría nada mal.




Fotos sacadas de endi.com, sin afán de violar los derechos de autor.

Sunday, August 13, 2006

 

Azul, recio y fuerte

“Por un cielo que se hacía mas feo mas más volaba a Nueva York se acercaba un peón de Las Marías, con la esperanza, decía, de un largo día volver, pero antes me hizo nacer y de tanto trabajar se quedó sin regresar: reventó en un taller.”

Hoy me levanté de un azul recio y fuerte. Busqué Boricua en la luna y la he escuchado todo el día y a pensar. Somos tantos los que cruzamos ese cielo, pero ya no tanto para trabajar en los talleres y reventar en un taller. Ahora viajamos con diplomas en mano, con la fe de que eso que ganamos con tanto esfuerzo nos sirva de algo. Pensando en que por fin en una entrevista de trabajo vean qué puedo dar y no a quién conozco, a qué partido pertenezco ni cuán grandes son mis tetas. Lo que siento que cambia es el deseo de volver. Según tarareaba la canción me cuestionaba, regresar para qué. Tal vez para escribir los comunicados de prensa y lavarle la cara a la administración de turno, irme al desempleo cuando el poder cambie de partido. Si tengo suerte y padrino que me bautice puedo regresar a cubrir los grandes sucesos de que otra figura pública salió retratada con Coquito. Tal vez regrese para volver a conducir con miedo de verme atrapada en un tiroteo, de estar en una panadería mirando a todos sitios velando que no venga un asaltante. Tal vez regrese para seguir contando los muertos del fin de semana, cuántos tecatos hay por milla cuadrada.
Y según enumero todas estas cosas me pregunto porque se me salen las lágrimas al recordar a Puerto Rico si tengo demasiados argumentos para no querer estar ahí. Porqué extrañar un lugar que te irrita tanto. Esa es la contradicción que me atenaza el pecho. Quiero a mi país a la distancia. Extraño tanto sentarme en las murallas del Viejo San Juan y mirar el horizonte. Recuerdo cuando miraba el horizonte llena de frustración y pensaba que algún día me iría. Ahora miro a lo lejos y se me aguan los ojos sin saber el porqué. En estos días azules me meto en mi cocina a inventar, escucho las canciones boricuas que me limpian el alma, me cuestiono lo que siento. En la mañana me visto tranquila, me cuelo mi café mocha. Cuelgo la nostalgia junto a los abrigos que pronto usaré otra vez, hasta el próximo domingo azul, recio y fuerte. Entonces salgo a la calle a enfrentarme a otro día más, sabiendo que aquí estoy, en pie de lucha por el camino que elegí.

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Awilda Ivette Castro
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