Monday, June 26, 2006

 

Estoy enamorada


Sunday, June 25, 2006

 

La cadena de los Tronqui

Leí esta noticia en El Nuevo Día, si alguno de ustedes ve a alguien sospechoso ofreciéndole tronquis y mon cheri a buen precio por favor comprénlos y me los envia. Tengo bajón de Tronqui. A raíz de esta necesidad tan imperiosa se abrió una cuenta de ayuda.

Gracias, mi panza con bajón de chocolate se lo agradecerá. Dios los bendiga e ilumine sus corazones de forma tal que mi correo esté lleno de Tronquis.

Si envias 1 Tronqui a las 8:20 pm recibirás una llamada importante

Si envias 2 Tronqui el amor de tu vida tocará a tu puerta, pero tranqui, que es el delivery de la pizza

Si envias 3 Tronqui, Tu suerte mejorará grandemente, dejarás de recibir cadenas pendejas

Si envias 4 Tronqui, vas a conocer un amante de esos que te dejan sonriendo, pero luego descubrirás que sólo fue un sueño mojado.

Si envias 5 Tronqui, Hacienda por fin te enviará el reintegro pero es tan miseria que lo vas a tener que pagar de regreso al Gobierno Federal

Si envias 6 Tronqui, Un rayo caerá en el Capitolio y se freirán todos los Senadores y si Roselló no está en la sesión pues le caerá uno para él solo. (Aqui la cosa se pone buena)

Si envias 7 Tronqui, El tranque en el presupuesto estará resuelto, habrá alivios contributivos para la clase trabajadora y se eliminará el Fondo Electoral y los barrilitos.

Si envias 8 Tronqui, de Caguas a San Juan habrán 10 elevados uno encima del otro y el tapón será parte del imaginario boricua.

Si envias 9 Tronqui, dejará de hacer la calor hijoeputa que ha hecho en las últimas semanas.

Si envias 10 Tronqui, Bill Gates recién retirado te dará gran parte de sus bienes, te iras a asolearte las nalgas en alguna islita del Pacífico y viviras por siempre feliz

Si no envias nada, tu mujer o tu hombre será frígida o impotente, descubrirás que tu hijo se va a ir al ejército, tu hija se va a casar con algún ente peor que Calle 13, algo así como una liga entre Playero y Baby Rasta, a tu carro se le van a vaciar las 4 gomas y serás víctima de las vejaciones más terribles, estarás maldito por 10 años

Testimonios:

Pancho, México DF- Yo no seguí esta cadena y no envie nada por codo y mira, mi selección se hizo autogol y por 13 Mundiales nos regresamos a casa como buenos guevones.

Aníbal,Me reservo mi lugar de residencia- Yo debí sacar del presupuesto para mis gastos de representación una partida para enviar Tronquis pero aquella corbata Armani estaba tan linda y sabía que a Piti le iba a gustar.

Pedrito Navaja, Distrito de Arecibo- Yo no voy a mandar na, pal carajo. Así le cae la macacoa a Puerto Rico y los populares pierden las elecciones.

Carlos Sánchez, Puerto Rico- Yo iba a enviar pero se me derritieron en el carro mientras velaba a la Marcha Gay en Condado. Por eso fue que Pedro Julio vino a abrazarme, la maldición de los Tronquis me perseguirá toda la vida.

 

Macondo es un universo-Colosal botín de chocolate



Comentario de Bolas de Pelo: Por un Tronqui o un Mon Cheri se hace lo que sea.


Desconocidos cargaron el viernes con un goloso botín de $85,035.53: un vagón repleto de chocolates.

La Policía dijo que el hurto ocurrió en un almacén de la empresa “Ferrero”, en la PR-5 de Cataño. “Vino un camión y se llevó el vagón completo”, dijo ayer el agente Eliezer Cuba, adscrito al cuartel de Cataño. Los chocolates, de las marcas Mon Cherry, Rochere y Tronqui, provinieron de España y se mantenían refrigerados en el vagón. Añadió que en el área no había cámaras de vigilancia, aunque sí personal de seguridad.


Por Daniel Rivera Vargas-Publicado en El Nuevo Día, 25 de junio de 2006

Thursday, June 22, 2006

 

Sold Sign



Hoy decidí que Frida saldría a pasear. Compré el arnés y el “leash” La puse en el “kennel” y nos fuimos al parque que rodea el museo, cerca de mi apartamento. Frida tiene un serio problema de socialización no quiso salir del “kennel” y cuando la obligué a salir lo que hizo fue querer esconderse, se sentó en una escalera y de ahí no se movió, ni siquiera cuando vinieron unas ardillitas y pajaritos.
Ya que tenía a Frida en el carro decidí dar una vueltita frente a la que será mi casa. Ya presenté mi oferta a los dueños, la familia Himmelman y aceptaron. Ya a finales de agosto me mudo a mi casa. Así que ando culeca y sumando de dondequiera para completar el pronto. Al pasar vi que ya habían puesto el rótulo de SOLD. Me dio tanta y tanta emoción que me paré a mirarlo. El vecino americano, muy amable, me dijo hola. Le dije que sería su vecina de al lado. Se presentó él y su hija. Otra vecina estaba y me saludó y me dijo que ese bloque es muy bueno. El señor de un taller de mecánica que queda cerca me saludó porque ya me ha visto varias veces pasar por ahí. En fin, ya voy conociendo a los vecinos. Recordé que debo poner en el listado de cosas por comprar una cortadora de grama para mi patio.

Sunday, June 18, 2006

 

Wednesday, June 14, 2006

 

La parada a la cual no asistí

Tenía los planes hechos hace meses. No me quería perder la Parada Puertorriqueña en Nueva York por nada en el mundo. Tenía un bajón boricua, ya había visto precios de estadía, los horarios del bus de Reading a Nueva York. Pero como dijo John Lennon, la vida es lo que nos pasa mientras planificamos otras cosas. Me ha surgido la oportunidad de dar unos talleres de fotografía a jóvenes con problemas de ausentismo durante el verano. Aunque la paga no es mucha la oportunidad es un reto bien grande. Nunca he dado un taller, los he coordinado pero nunca he sido el recurso. Estoy asustada pero olvídate, el susto se me pasará cuando pise el salón de clases. Ya veremos si me la aprueban.
Pero lo del taller está inspirado por otra cosa, estoy enamorada. Enamorada de una casa hermosa. Es roja y gris por fuera. Tiene tres balcones y ya saben ustedes cómo me gustan los balcones. Tiene cuatro habitaciones, una de ellas tiene un balcón. Ya saben que ese cuarto será mi oficinita. Ya me visualizo en pijama, la azul de ositos esquiando y mi bata de baño de copitos de nieve abriendo el balcón en la mañana dispuesta a empezar a escribir. El ático tiene dos cuartos y uno de ellos será mi cuarto de manualidades. Me quiero comprar una máquina de coser para hacer las cortinas. Luego de la cocina hay un “balcón” de madera ideal para hacer barbacoas y un patio para hacer muñecos de nieve durante el invierno. Se imaginan a Frida, la maligna, corriendo por toda esa casa que se me antoja gigantesca para nosotras dos. Por eso no fui a la Parada Puertorriqueña, quiero ganarme unos pesos adicionales para el pronto de mi casa o para comprar alguna cosa que necesite la casa o para la mudanza de mis tereques. Me da tanta emoción, todas las noches me duermo soñando con que abro el balconcito del cuarto y miro todo ese patio y siento ese piso bajo mis pies y sé que es algo mío. Que de ahí nadie me va a botar, que puedo pintar las paredes del color que me plazca, que podré poner en el buzón Familia Castro y tendré un lugar para tener invitados. Tendré una responsabilidad económica bien grande también pero ya es tiempo que vaya creciendo. Ahora sí que puedo cantar... “Yo tengo ya la casita que tanto me prometí.” Mi casa roja y gris, con balcones como siempre soñé. Mi casa, mi hogar. Ahora sí que me puedo morir en paz, ya logré ser periodista y estoy bien cerca de comprarme una casa, que más puede pedir aquella nena que dio tumbos entre tanta mudanza y desapego. Tal vez tiempo suficiente para echar raíces finalmente.

Monday, June 12, 2006

 

God bendiga a Puerto Rico

Columna Hay que decirlo de Nelson Berrios-Publicada en Primera Hora, 7 de junio de 2006


Así, en un spanglish que resume su vida entre dos idiomas y al estilo de God Bless America, nos expresó su deseo para esta isla Josefina Rosario, radicada en Texas pero "100% boricua, del campo de Morovis". Allá trabaja en una Asociación Boricua "pa' no perder el acento ni nuestras raíces".
Rosario fue una de las decenas de boricuas o "boris" (como se identificaron algunos jóvenes), que enviaron e-mails en reacción a la columna "Al otro lado del charco", en la que comenté sobre la creciente emigración puertorriqueña.
Son muchas voces, como un coro de coquíes desperdigados por el mundo, pero parecen cantar al unísono al coincidir en sus mensajes: nostalgia infinita, aversión a la politiquería de este país, y el dilema de volver o no volver.
¿Qué nos dicen? Contra la politiquería "hay que usar la cabeza cuando votamos y dejar el partidismo", planteó Philip Barea, un boricua estudiante de derecho en Hungría. "Hay que trabajar mucho y sacar a todos estos políticos de todos los partidos que tanto daño le están haciendo al pueblo", opinó Carlos Bartolomei, desde Ohio. Muchos creen que hay que resolver el problema del status ya. Unos como Soraya Rodríguez Balzac se preguntan: "¿Por qué no verán la ventaja de la estadidad?". Manuel Martínez, sin embargo, se volvió independentista durante el exiilio en Gringolandia, según dijo el joven músico, quien entiende que hace falta más educación política en la Isla y espera volver para aportar al país.
Sus historias están llenas de emoción. "Les puedo decir que, me fui de Puerto Rico y dejé a una madre enferma, que eventualmente no volví a ver viva", relató Víctor A. Pérez, quien a los 33 años se marchó tras quedar desempleado al cerrar la empresa 936 en la que trabajaba.
La necesidad los llevó al otro lado del charco. "Soy maestra y me sentí más que avergonzada con el cierre del Gobierno y no me quedó más remedio que emigrar como la paloma sabanera cuando azota un huracán", explicó Marta de Jesús.
Los más jóvenes hablaron de oportunidades y choque cultural. "Aunque boricuas y con nacionalidad americana, nos siguen viendo como aliens y para el colmo de los colmos la gente de aquí se creen que Puerto Rico está en México y que somos mexicanos. ¿Tú puedes creer barbaridad semejante?", comenta Loriann Rivera Nieves, una joven auditora de 22 años en Virginia.
"Yo extraño hasta esos 'rotos del cará' por la carretera federal y en la 167", dice Loriann. "Me hace falta escuchar los carros con su bum bum. Y claro, como soy joven, lo más que extraño es el 'jangueo' (ya que aquí no es el mismo) y mi reggaetón". Otros viven escuchando por Internet Salsoul (José Steven Quiñones), añoran "ir un sábado a Piñones a comer bacalaítos, sentarme en las murallas de San Juan a sentir el aire y oler a salitre" (Awilda Castro), y hasta al llamar piden "que coloquen el auricular del teléfono cerca de una ventana que da hacia la montaña para oír los coquíes esgalillaos" (Almaris Alonso).
El regreso está en la mente de aquellos que llevan décadas en Estados Unidos, como Paula Uben. "No ha sido fácil acá por el prejuicio y el idioma, pero hemos tenido éxito... Esperamos aportar más económicamente a nuestro país cuando regresemos retirados. Al final, morir besando la tierra que nos vio nacer".
Arnaldo Casillas Berberena, un carolinense que lleva 20 años en Maryland, plantea que los boricuas debemos dejar atrás el pesimismo. "Por qué no buscamos hacer de nuestra tierra lo mejor. Si la calidad de vida es lo que deseamos, qué esperamos para desarrollarla... Borincano, toma control de tu nación y aboga por ella porque nadie lo hará por ti.
"Yo he aprendido a aceptar las fallas de mi nación; venerar los atributos de mi nación; y añoro regresar a mi terruño a aportar lo que he aprendido estando alejado de éste, para darles fe y esperanza a generaciones venideras... Quiero lo mejor para mi gente; yo me comprometí; comprométanse con su tierra". César Miró dijo en su canción, 'Todos Vuelven', "Todos vuelven a la tierra en que nacieron al embrujo incomparable de su sol, todos vuelven al rincón donde salieron… Yo volveré a esa tierra encantada pronto. Vuelvan todos ustedes que están en Estados Unidos para aportar junto con los que están en nuestra tierra en el desarrollo de una nueva nación. Entonces, podremos todos dejarle demostrado al mundo que nosotros, los borincanos, sabemos lo que queremos".
God bendiga a todos los boris al otro lado del charco. Acá los esperaremos siempre con los brazos abiertos porque son nuestra sangre, la otra mitad de nuestro pueblo, parte de nuestro corazón. Y aunque haya un océano que nos separe, en la distancia aún podemos reconocer a los coquíes que cantan con nuestra misma voz.

Tuesday, June 06, 2006

 

Cuando la nostalgia asalta

El cerebro trabaja de formas muy extrañas. Leyendo el blog de EfraMart y su video de la Marcha de los Inmigrantes el 1ero de mayo con la canción Helenita de Mike Villegas, me he echado a llorar. A llorar de pura nostalgia. Recuerdo cuando escuché esa canción en algún Festival Claridad, en aquella época de la huelga de los 40 millones en la IUPI. Para esa época la pasaba en jumper de mahon llenos de pintura de tantas pancartas. No hubo protesta, marcha, baile de muñecas pipiolo al cuál no asistí en esa época. Si me hubiesen dicho en ese momento que años después estaría rememorando esa época desde los Estados Unidos no lo hubiese creído, hasta incluso lo hubiese negado tácitamente. Uno no sabe las vueltas que da la vida y dónde uno va a terminar. Yo soy uno de esos miles de cerebros que saltamos el charco buscando un sueño. Y no me refiero al sueño americano, sino a mi sueño personal de valerme por mi misma y desarrollarme profesionalmente.
Esta semana cumplo nueve meses de haber tomado aquel avión. No miré atrás ni una sola vez para no tener que regresar. Pareciera que llevo todos estos meses con la nostalgia creciendo dentro de mi y ahora estuviese doblada a la mitad con los dolores de parto. Cuando hablo a Puerto Rico y escucho los coquies hago que mi interlocutor haga silencio y salto por toda la casa de la emoción. Veo las noticias de Noticentro y cuando dan los tiros panorámicos de la ciudad trato de distinguir si por esa calle pasé en algún momento o si ha habido algún cambio desde que partí. Entre más me reafirmo de que no regreso, más ligada me siento a ese pedazo de tierra.
Cuando no puedo más con la presión en el pecho de sentirme tan fuera de lugar, tan lejos de la gente que amo busco en Internet el especial musical del Banco Popular Romance del Cumbanchero y me pongo a bailar sola en mi sala los pocos pasos que aprendí en mis clases de salsa interrumpidas por mi mudanza. A veces lloro cantando Preciosa o Lamento Borincano, porque esa era la que me cantaba Papi para dormirme. Nunca me había sentido tan sola, pero no me siento triste. Curiosamente, es esta nostalgia la que me hace más fuerte. Me hace saber que aunque viva aquí toda mi vida, nunca me consideraré parte de este país. Soy una inmigrante más. Una de las tantas personas que bailarán este fin de semana en la Parada Puertorriqueña en Nueva York. Seré una más, entre tantos rostros, seguiré panderos, cantaré a voz de cuello bombas y plenas, menearé toda mi fisonomía caribeña a ese son que aprendí en aquellos Festivales Claridad. Sabiendo que mi país sigue intacto, mientras lo siga recordando en cada uno de mis rasgos.

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Awilda Ivette Castro
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