Tuesday, June 06, 2006

 

Cuando la nostalgia asalta

El cerebro trabaja de formas muy extrañas. Leyendo el blog de EfraMart y su video de la Marcha de los Inmigrantes el 1ero de mayo con la canción Helenita de Mike Villegas, me he echado a llorar. A llorar de pura nostalgia. Recuerdo cuando escuché esa canción en algún Festival Claridad, en aquella época de la huelga de los 40 millones en la IUPI. Para esa época la pasaba en jumper de mahon llenos de pintura de tantas pancartas. No hubo protesta, marcha, baile de muñecas pipiolo al cuál no asistí en esa época. Si me hubiesen dicho en ese momento que años después estaría rememorando esa época desde los Estados Unidos no lo hubiese creído, hasta incluso lo hubiese negado tácitamente. Uno no sabe las vueltas que da la vida y dónde uno va a terminar. Yo soy uno de esos miles de cerebros que saltamos el charco buscando un sueño. Y no me refiero al sueño americano, sino a mi sueño personal de valerme por mi misma y desarrollarme profesionalmente.
Esta semana cumplo nueve meses de haber tomado aquel avión. No miré atrás ni una sola vez para no tener que regresar. Pareciera que llevo todos estos meses con la nostalgia creciendo dentro de mi y ahora estuviese doblada a la mitad con los dolores de parto. Cuando hablo a Puerto Rico y escucho los coquies hago que mi interlocutor haga silencio y salto por toda la casa de la emoción. Veo las noticias de Noticentro y cuando dan los tiros panorámicos de la ciudad trato de distinguir si por esa calle pasé en algún momento o si ha habido algún cambio desde que partí. Entre más me reafirmo de que no regreso, más ligada me siento a ese pedazo de tierra.
Cuando no puedo más con la presión en el pecho de sentirme tan fuera de lugar, tan lejos de la gente que amo busco en Internet el especial musical del Banco Popular Romance del Cumbanchero y me pongo a bailar sola en mi sala los pocos pasos que aprendí en mis clases de salsa interrumpidas por mi mudanza. A veces lloro cantando Preciosa o Lamento Borincano, porque esa era la que me cantaba Papi para dormirme. Nunca me había sentido tan sola, pero no me siento triste. Curiosamente, es esta nostalgia la que me hace más fuerte. Me hace saber que aunque viva aquí toda mi vida, nunca me consideraré parte de este país. Soy una inmigrante más. Una de las tantas personas que bailarán este fin de semana en la Parada Puertorriqueña en Nueva York. Seré una más, entre tantos rostros, seguiré panderos, cantaré a voz de cuello bombas y plenas, menearé toda mi fisonomía caribeña a ese son que aprendí en aquellos Festivales Claridad. Sabiendo que mi país sigue intacto, mientras lo siga recordando en cada uno de mis rasgos.

Comments: Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]





<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Subscribe to Posts [Atom]

Awilda Ivette Castro
Awilda Ivette Castro
Create Your Badge